domingo, 10 de enero de 2016

El portugués regresa

Fotografía © Silvia Bernasconi
“Ruisito”. Yo lo llamo de esa manera y él se pone ñoño porque dice que soy el único que lo llama así desde su abuelo. Bueno, actuemos profesionalmente. Rui Ferreira, el más sagaz de los periodistas portugueses criados en El Vedado, La Habana (a donde llegó en 1970 bajo la heráldica del legendario comunista lusitano Rogerio Paulo) ha reactivado su blog. Rui nos enseñó a todos aquí, en Miami, a tener un blog, Tenía el suyo realmente abandonado desde hace unos años, dedicado como estaba a ser el reportero estrella de El Mundo, de donde lo acaban de botar, y a donde había ido a parar luego de que lo botaran de El Nuevo Herald, que a su vez fue a parar luego de que lo botaran de la edición portuguesa de Granma Internacional. Pero nada de qué preocuparse: aún le quedan muchas instancias por recorrer antes de que lo boten del Diario del Pueblo de China, el alabado 人民网 (Renmin Ribao). En fin, que la desgracia de Rui parece residir en que hoy por hoy no son aceptables los periodistas de la vieja escuela, y mucho menos los audaces. Así que no le queda más remedio que enfrentar la dura brega de los reporteros free-lance, y es en esas circunstancias que los cubanos se deciden a darle una visa después de 18 años de veda y Rui invierte los euros que le quedan en el bolsillo, saca su pasaje y aterriza en una La Habana que supuestamente se halla en medio de una bulliciosa transición hacia la economía de mercado y sobre todo en la tensa espera de que Raúl Castro abandone su cargo. ¿En el 2018 dijo Raúl? Y es así como Ruisito se consigue otro periódico que lo ayuda a sufragar los gastos del viaje y comienza a publicar (con enorme éxito en esta ciudad) sus crónicas habaneras. (Vayan al sitio web del Diario de las Américas, que ahí están todas o si no a su blog personal Herejías y Caipirinhas, que yo siempre he mantenido su anuncio, en este mío, desde sus inicios.) Lo que se están perdiendo en El Nuevo Herald y en El Mundo. Ahora vamos a ver cuánta carga de audacia ruisesca y de amor por el verdadero reporterismo aguanta El Diario de las Américas.